Comentario
Desde finales del siglo XIII la república de San Marcos había dado un claro giro institucional, centrado en el fortalecimiento de la oligarquía gobernante. En 1297 el Gran Consejo quedaba cerrado al ingreso de nuevas familias, para luego desaparecer como asamblea en 1423. El Senado junto con el Colegio de los Veintiseis, órgano ejecutivo de la "Serenísima", terminaron por perder la mayoría de sus atribuciones. Sus funciones pasaron a ser competencia del Consejo de los Diez, antiguo comité de seguridad.
Desde 1310 los dogos fueron elegidos por este consejo entre un grupo cada vez más reducido de familias. El dux, pese a ser elegido de por vida, perdería poco a poco gran parte de su prestigio, convirtiéndose en un hombre de paja en manos del Consejo de los Diez. Sus miembros, máximos exponentes del carácter restringido de la oligarquía veneciana, no dudaron en condenar a muerte al dogo Marino Faliero en 1355, acusado de conjurar contra las instituciones venecianas.
Al amparo del cambio institucional, las directrices venecianas habían cambiado radicalmente desde el segundo tercio del siglo XIV, al iniciar una política de expansión hacia el interior (terraferma) en perjuicio de sus tradicionales intereses en el Mediterráneo oriental. Algunos autores han destacado con acierto la sincronía existente entre la expansión otomana en los Balcanes y la política de "terraferma" de la república de San Marcos. El cambio de orientación respondería por tanto a la necesidad de asegurar la supervivencia del estado frente a la posibilidad de perder la costa dálmata a manos de los turcos. Sin embargo, no cabe olvidar el papel jugado en dicha transformación por la abierta hostilidad de sus vecinos territoriales: los Visconti de Milán, los Scaligieri de Verona, los Carrara de Padua y los Habsburgo, duques de Austria.
El primer logro de las nuevas perspectivas de la república fue la conquista de Treviso en 1339. Pero la orientación expansiva de la política veneciana se hizo más patente durante el gobierno de los dogos Miguel Steno (1400-1413), Tomás Mocénigo (1414-1423) y, sobre todo, Francisco Foscari (1423-1457). Venecia se impuso sobre los Visconti en el Véneto, llegando a controlar las áreas rurales del interior hasta el río Mincio y ciudades como Padua, Vicenza o Verona (1405). También consiguió el dominio sobre el Friuli a costa de los duques de Austria y del patriarca de Aquilea. Su empuje en el Milanesado a lo largo del siglo XV provocó la caída de Bérgamo, Brescia y Cremona del lado veneciano, pese a la resistencia de Visconti y Sforza.
A pesar de todo, la república veneciana no abandonó por completo su política mediterránea, centrada en la rivalidad con genoveses y turcos. Entre 1351 y 1355 mantuvo una dura pugna con Génova por la hegemonía comercial en el Mediterráneo, saldada con la pérdida de Dalmacia (1358) en favor de Luis de Hungría, aliado de los genoveses. Años mas tarde, la llamada guerra de Chioggia (1377-1381) llegó a poner en peligro las conquistas venecianas en el Véneto, ante el empuje por tierra y por mar de húngaros y genoveses. La acción militar de Víctor Pisani consiguió equilibrar la situación, pero no pudo impedir que la Paz de Turín (1381) reconociera la teórica soberanía húngara sobre Dalmacia y la pérdida de Treviso en favor de los Habsburgo.
Una vez descartada Génova como rival, Venecia tuvo que afrontar la expansión otomana en la cuenca oriental. La Serenísima, apoyada por los estados cristianos orientales, utilizó una doble estrategia para contrarrestar el avance turco en Hélade y en los Balcanes. Por una parte ofreció su protectorado a los puertos de Morea y Albania entre 1423 y 1444. Por otro lado trató de mantener con el sultán Murad II (1421-1451) sus antiguos acuerdos comerciales con Bizancio.
Pero con la derrota de los cruzados húngaros en Varna (1444), la república de San Marcos tuvo que continuar en solitario la lucha contra los turcos, apoyando en vano sublevaciones locales contra el imperio otomano como la del caudillo albanés Skanderberg (muerto en 1467). A pesar de la actividad diplomática veneciana, fue inviable un acuerdo entre las potencias cristianas para actuar de forma conjunta contra los turcos, dueños de Constantinopla desde 1453. Venecia tuvo que claudicar y firmar una paz poco ventajosa en 1479, que supuso la pérdida de Negroponto y Argos y el pago de un canon anual de 10.000 ducados al sultán Mohamed II (1451-1481) para poder comerciar en sus territorios. Con el acceso al sultanato de Bayaceto II (1481-1512), los venecianos vivieron una etapa de cierta tranquilidad, que les permitió adquirir la isla de Chipre. Pero el avance otomano era ya imparable y resultó del todo imposible para Venecia mantener sus últimas bases en Morea.